Mi primer #ZomatoMeetup y estuvo delicioso, nada que decir. La compañía solo mejoró las cosas. Nada como encontrarse con otros foodies, compartir datos, comentar lo que comen, hablar de cada uno, de mil cosas de la vida, y terminar entablando relaciones.
Como diría el temucano: Amigos, amigos.
Ya que no sabía si me costaría llegar, aparecí bien temprano, parecía alumna buena, jaja
De a poco se fueron sumando todos los participantes, y luego de la bienvenida, el jefe del local nos explicó todo respecto a éste: su historia, crecimiento, cómo se dedicaron a tomar los comentarios recibidos para mejorarlo y por último, lo que nos llamó a este Meet up: la expansión de su carta, que de muy breve pasó a bastante extensa, con énfasis en sandwiches, hamburguesas y preparados gigantes y ricos.
Partimos con bebestibles, y varios de nosotros nos tentamos con un mix de jugos en base al acai, una berry de Brasil con más propiedades que Ted Turner. Lo pedí mezclado con frambuesa. Grande, fresco, delicioso, muchísimo sabor a frambuesa. También lo probé con chirimoya, aunque no soy fan de esta fruta, pero se dejaba tomar.
Como fondo, me vi inmediatamente entusiasmada por dos items de la carta: la Ossandón y la Don Simón, ambas hamburguesas dobles, donde cada patty pesaba 250 gramos. O sea, medio kilo de carne de una. Challenge considered.
Roberto Rojas estaba igual que yo, así que cada uno pidió una y jugamos a las cambiaditas. Concuerdo con él, me gustó más la Ossandón, porque la lechuga y salsa le daban el toque fresco y jugoso a tamaña hamburguesa.
De todos modos no pude terminar la mitad de Don Simón que me correspondía, pero me lo dieron para llevar sin problemas.
Riquísima la carne, eso sí. 3/4, buen sabor, medio ahumadita.
Tras la batalla del bulto que fue imposible para mí (pero sí aplaudimos a quienes lo lograron), nos ofrecieron un bajativo. Pedí manzanilla, que nunca había probado antes. Lamentablemente, no soy gran bebedora, y ya tras 3 sorbos me sentía en estado flotante.
Increíblemente, tras un rato de libaciones, aparecieron cucharas y una bandeja enorme con potes de vidrio llenos de suspiro limeño. ¿Encima había postre? Ya no dábamos más, pero se pudo. Venían de un lugar llamado El Secreto de Olivia, local asociado con el restaurant. Buena sociedad, debo decir: merengue espesito y todo con un gusto almibarado.
La atención estuvo excelente y siempre amable, además de que se acomodaron a nuestras necesidades, lo cual siempre es más fácil cuando la persona que atiende conoce bien y maneja la carta al revés y al derecho. Bravo por eso.
Mil gracias a Miguel Silva Lütty por la invitación, y a GoodPiggie por ser nuestra anfitriona y tener tanta buena onda, que hasta me llamó un taxi. Queda algo lejitos, pero en un stripcenter bastante piola (donde hay un Ruby Tuesday, por cierto).
Espero volver pronto con amigos para que prueben tanta maravilla, y espero verlos a todos nuevamente en una próxima reunión.
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