Siempre es y será bien recibida una invitación a un foodiemeetup, por lo que desde ya agradezco a Zomato y a Miguel Silva Lütty, con quien compartimos mesa, junto a Carolina Avilés, Marién y Ramiro Figueroa Araya entre otros foodies, que hicieron más agradable la experiencia.
De Pablo a Violeta tiene una propuesta bien arriesgada en todo ámbito, partiendo por jugarse en serio por nuestras raíces, intentando ser representativos y respetuosos del folklore chileno; también por aventurarse con una amplia gama de productos, con los cuales muchos estamos familiarizados por las recetas de la mamá o la abuelita, teniendo enlazados los recuerdos a lo afectivo, que llevan a encasillarlos en un pedestal de sabor incuestionables para cada uno; y por último, por ofrecer todo esto en un mercado exitista, que no está acostumbrado a dar valor a experiencias culturales, sino a las modas.
En lo personal, me gusta mucho el folklore chileno, por lo que encontré notables los espacios ambientados con esos detalles coloniales, la presencia de la madera, y el apoyo de imágenes, para toda la presencia escénica que tuve el agrado de ver y oír. Sin duda, los artistas realzan esta jugada propuesta con su actuación, música y bailes. Y en los momentos destinados para probar las comidas y las bebidas, permanece la música chilena de fondo, no sólo con los más conocidos, sino que ampliándose por ejemplo a Santiago del Nuevo Extremo.
De la comida: desde un comienzo te atrapa un fogón y el humo correspondiente, donde se preparaba un cordero al palo. Un cóctel con empanaditas y sopaipillas, por mencionar algunos, son parte de la bienvenida, junto con vino navegado, borgoña, jugos, etc.
Ya camino al comedor, te ofrecen maní con merkén, bien sabroso. En las mesas, ya esperándonos las entradas con vegetales, carnes y productos marinos. Te piden escoger el plato de fondo, mi opción fue el chupe de centolla, que estaba bien bueno. Vino: sauvignon blanc. En los postres, mote con huesillo, peras al vino tinto, leche asada y hasta un calzón roto.
Por último, cuando termina la comida, termina la presentación artística y puedes seguir probando las bebidas del comienzo y/o algún bajativo.
Es difícil intentar ser objetivo frente a todo el conjunto que ofrece este lugar, pero dado que esto es Zomato, hay que decir que la comida en general es buena, pero que le falta sabor aún, más de esos condimentos presentes en las recetas de regiones. Y de las bebidas: los jugos derechamente hay que cambiarlos, el navegado es de lo mejor que tienen, y el terremoto parece más un temblor, aunque es mucho más sabroso y elegante que lo que podría prepararse en casa o en otros locales.
De verdad espero que le vaya bien a este lugar, logrando las mejoras necesarias, y deseando que no caigan en ideas cuadradas y repetidas, para que no se vuelva algo recargado y caricaturesco: tienen principios claros que han trabajado bien, que sólo falta aceitarlos en la marcha.
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