Sin Recetas

El otro día pasé por este lugar. Buscando por Zomato lugares en donde pudiera almorzar, encontré "Sin recetas". Si bien los comentarios no me dieron mucho ánimo, decidí ir para hacerme de una opinión propia.

Restaurante pequeño, bien ambientado, con un estilo simplista y justo. Ubicado en manquehue cerca de Clinica Alemana, sólo ofrece 3 estacionamientos, por lo si no encuentra tendrá que darse un par de vueltas en las calles cercanas.

Al almuerzo ofrecen menú con 2 opciones: una viene entrada+plato de fondo+postre+jugo+café a $7.800.- y la otra es sin entrada a $6.800.-. me pareció un poco caro el menú, pero ya estaba ahí y con hambre.

Recuento de mi experiencia: sirven unos pancitos con salsa que son bien sabrosos. La entrada me tocó unas somosas con una salsa de yoghurt. Estaba simple pero sabrosa. El plato de fondo eran ñoquis de zapallo con salsa y queso rallado. La porción no era muy generosa y debo decir que el plato se escuchaba más rico de lo que era. Lo mejor del menú, el postre. Un cheesecake que venía con un manjar delicioso, uno de los mejores que he probado. Este me hizo olvidar los $7.800.- que me iba a costar el menú. Sobre el jugo, era de piña, y se agradece que haya sido natural.

En fin, una correcta experiencia, sin mucho que destacar, pero a la vez, poco que criticar. Tal vez un poco caro para el sector. Pero vale la pena por el postre.

Cocina de familia

Un año atrás Sin Recetas era una banquetería especial, llena de colores, aromas y sabores que iluminaban cualquier evento. Hoy se transformó en un local que alberga toda la pasión de este matrimonio por la comida casera y encanta a quien quiera probarla en pleno corazón de Vitacura. 

Las vidas de Javiera Gatica y Alberto Telias se cruzaron cuando ambos trabajaban en la Pastelería Manjares y desde entonces no se separaron más, menos cuando en 2007 decidieron casarse. Al poco tiempo comenzaron su negocio de banquetería basado en las habilidades pasteleras de Javiera y expertice en cocina de Alberto, quien aprendió las mejores técnicas trabajando en Europa y proviene de una reconocida familia de foodies. 

Sin embargo, todo el encanto de sus preparaciones y decoraciones necesitaba un espacio que les rindiera tributo. Recién hace un mes abrieron en Manquehue Norte las puertas de una casa, que si bien está adaptada para ser un restaurante, es como un segundo hogar para los que quieran probar la mano de este matrimonio. 

Este sitio además de ser acogedor y parecer una casita de campo, está pensado perfectamente para estos dos maestros de la cocina. Abajo Alberto tiene su espacio, donde desarrolla a diario un delicioso menú casero con toques gourmet y alguna que otra sorpresa que tienta a los comensales. En el segundo piso, Javiera tiene un taller de pastelería que parece de cuento, el sueño de cualquier repostera para dar rienda suelta a la creatividad.

Aquí todo se puede llevar, esa es la gracia, incluso el menú. Los dueños se adaptan a las necesidades de sus clientes, que pueden probar donde quieran su legendario tres leches o los deliciosos platos que van desde pastas, pescado, pollo y lo que el mercado provea en cada estación, por ejemplo, hay una opción especial para vegetarianos igual de rica que el resto.

Sacar adelante este local no fue fácil, estuvieron un año y medio trabajando en él, pero el resultado refleja la pasión, el amor y la dedicación que tiene esta pareja por este trabajo al que se dedican de lunes a domingo sin parar.

Además este lugarcillo tiene otras sorpresas como clases de cocina dulce y salada. Lo mejor es que son sus propios alumnos quienes deciden qué quieren aprender y lo hacen a su propio ritmo. Aquí todo se adapta de acuerdo al corazón, no hay recetas solo una: la familia.