Erika Pilar Espinosa Urízar
+5
Hola, quisiera saber si el jueves tiene abierto y si hay que hacer reserva para ir o solamente llegamos, hasta que hora esta abierto y me pueden enviar un fono en donde me pueda comunicar, gracias,
Un lugar que todos deberían conocer, es simple y sobrio la idea es un ambiente mixto para comer, beber, divertirse y escuchar música del tipo cantante popular, por lo general es una persona mayor y el fuerte del repertorio son los boleros y valses peruanos. Muy barato y contundente voy hace muchos años y lo recomiendo 100%
Grande Tejanos...
Carolina Andrea Bravo Vera
+3.5
Es un lugar al que debes ir si quiero saber de Santiago centro.
Rica comida casera y típico terremoto el lugar es pintoresco, en algún momento debe haber sido bello.
Me es difícil analizar en forma correcta el local, como es picada y lugar tertuliano, obviamente no se puede esperar lujo y glamour, pero si lamentablemente la decoración en el "gran comedor" deja que desear, tiene unos lindos murales, pero muy a mal traer, fea pintura, con poco y nada de decoración, la decoración que existe está solo está en la entrada, un manito de gato no vendría mal.
Siempre que he ido los baños están limpios, son feos, no son modernos, pero siempre limpios.
El local cumple dos funciones bien simples, bar durante todo su horario de funcionamiento y restaurant hasta máximo las 15:00. Dentro de la comida, la carne mechada y el arrollado destacan, buen sabor y buen producto, a veces no es perfecta su preparación para mantiene cierto nivel.
La función de bar es otra historia, de los mejores, sino el mejor enguindados y terremotos que hay en el centro mismo de Santiago, en especial los terremotos difícil salir sobrio con más de 2-3 terremotos encima. Es una experiencia pintoresco y muy criolla, en la cual se puede percibir la real idiosincrasia de los parroquianos
Carlos Oriel Alvarez Arevalo
+4
La atención rapidísima los tragos ricos y baratos, las papas fritas muy buenas sólo que cobrar 4.200 pesos por un plato de estas es mucho pero muy buena atención
Ya había pasado por unos terremotos y esta vez fui a almorzar. Simplemente me gustó, un lomo a lo pobre, buena carne, con papas fritas reales, hechas ahí mismo, obviamente acompañado de un terremoto. Buena picada, no es caro y la comida está bien (tipo picada casera)
En busca de uno de mis libros favoritos partimos al barrio San Diego, unos días antes de las fiestas patrias, así que pensamos que mejor que hacer la previa que en un pendiente que teníamos muy presente "Bar las Tejas"; no sé si eran muchas las expectativas o la hora, (llegamos como las tres) pero no fue tan bueno como creímos sería, por la hora ya no quedaban platos así que ambos pedimos sándwichs de pernil, los que debo decir estaban ricos, pero para ser picada y reconocida muy pobres, para tomar por supuesto tomamos terremotos, esos sí estaban a la altura, muy ricos, pero lo que más me decepcionó fue el estado del lugar, porque estaba como abandonado, las decoraciones de las murallas descascaradas; la atención si fue buena, y parece que el señor que nos atendió se dio cuenta de lo que observamos porque nos contó que estaban en proceso de mejoramiento del local.... ojala sea así....
Una de las pocas picadas buenas que van quedando en Santiago centro, conserva su tradicion, no se ha vuelto un lugar turistico y sus precios conservan lo de picá, ademas cerca del metro y en pleno centro
Tarde de viernes nuevamente en la adictiva calle San Diego! Y esta vez, luego de un apestoso jueves de yoghurt y juguitos por una aparatosa extracción de muela del juicio, me desquité comiendo como se debe (pero con harto cuidado jaja)
Esta vez entré a Las Tejas completamente a ciegas... Y ya adentro me vine a enterar de su historia a través de sus garzones y de San Google.
Fue fundado en los '40 pero en la calle Nataniel, hasta que años más tarde se mudó a San Diego para continuar con la tradición. Acá el rey es el terremoto, famoso y cotizado trago! Pero siendo hora de almuerzo, comer valía más que tomar.
El lugar donde está ahora es una especie de teatro antiguo, aún puede verse el escenario y afiches con eventos que, por lo que me contaron, son los fines de semana (bandas, tocatas, etc) Es, por lo mismo, muy grande y tiene muchas mesas, no tan lindas, pero que cumplen su función.
Me extrañó que cuando llegué era hora de "retirar los manteles" (????) así que comí en una mesa así tal cual, bueno...
Me atendieron en tres segundos e hice mi pedido: Carne mechada con agregado de papas fritas (costaba $3.800 con agregado normal pero con papas fritas subía a $4.100) + bebida.
No me di ni cuenta cuando ya tuve en mi mesa pan, salsas varias, y segundos después llegó el plato. Demasiado rápido y de paso se veía todo muy rico. Probando primero las papas, me di cuenta que estaban un poco frias, seguí escarbando y estaban todas iguales. Llamé a uno de los garzones y le dije, y sin preguntar nada más me lo cambió... Se demoraron un poco pero llegó de vuelta con papas calientitas y bañadas en el delicioso jugo de la carne mechada. No eran las típicas crujientes, bastante más caseras y de "picada". La carne estaba rica, sólo un poquito seca a ratos, pero rica de todos modos. Disfruté mucho el plato!
El lugar lamentablemente está medio descuidado y el piso no estaba mega impecable. Las paredes están pintadas con murales típicos chilenos pero se están cayendo a pedazos, una lástima, porque son realmente muy lindos.
De la atención no puedo quejarme. Aparte de la rapidez fueron todos súper amables desde el pedido hasta para contarme del lugar, típicamente buena onda!
Los precios convienen, las porciones son grandes y ricas, pero la idea es que sigan invirtiendo en un lugar más lindo y atractivo para los comensales. La enorme historia por detrás y el espíritu existen, sólo hay que sacarle aún más provecho!
Bonus: mientras pagaba, salió un pedido de terremotos! Y no podía irme sin sacarles una foto!
Muy buen lugar para probar el sabor del trago y lo típico del local Chileno! Buenos precios, buena atención y con ese aire a cantina antigua en un ex-teatro iluminado por algunos focos y conversaciones que con el tiempo se vuelven más interesantes o bien ebrias.
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