Callejon Thai

Muy bien atendido, bastante cómodo, pequeño y acogedor. La comida abundante y bien presentada. Limonada espectacular! Se demoraron un poco en traernos los platos pero valieron la pena. Recomendado! 👌🏻

Callejón Thai es un restaurante pequeño, pero acogedor, la atención es excelente, la carta es de fácil lectura, la comida es de muy buen gusto, los jugos Thai deliciosos, ésta vez como plato de fondo probamos el pad thai que con su mezcla agridulce nos invitaba a seguir comiendo luego del primer bocado, mientras iban apareciendo las chispas de sabores de los distintos ingredientes por separado que juntos hacían una combinación muy agradable, permaneciendo el retrogusto dando vueltas en boca incluso una vez salimos del local, por lo que volvería de todas maneras a probar más opciones.

Lo mejor de la zona en opciones veganas 200% recomendable. Todos loa platos pueden veganizar es acogedor y la atención muy buena y cercana. Mi nuevo favorito en comida thay

Exquisito restaurante thai, de los mejores. Jugos thai exquisitos, platos abundantes y excelente sazon thai. Totalmente recomendable. Ademas estan con 20% de descuento en el almuerzo. Me encantó es para volver.

El Callejón Thai es uno de esos lugares por los que uno puede llegar a sentir verdadera devoción. Sencillo, con una carta no breve, pero tampoco demasiado extensa que privilegia los clásicos, y tan, pero tan poco pretencioso en su presentación, que llega a causar admiración: no esperes ramilletes de bambú o budas flotando en agua; de hecho su fachada es tan pequeña, que si no estás atento a la pizarra que ofrece las especialidades, te pasas de largo. Lo que para algunos podría ser una desventaja, para mi es el mejor indicio de que aquí les interesa lo esencial: la comida.

Pedimos un Khai Pad Saparod (la mitad de una piña rellena con arroz frito, camarones, cerdo, pollo y pasas) y un Pad Thai (fideos de arroz salteados con huevo, pollo, camarones, tofu, dientes de dragón y cebollín). No le erré a mi juicio: la pretensión totalmente ausente en la infrastructura está volcada en los platos. Presentaciones cuidadas, porciones abundantes, obras de arte en 30 cm2. "El mejor Pad Thai que he probado en mi vida". Esas fueron las palabras exactas de mi polola, una mujer que cuando se trata de comida tailandesa sólo tiene paladar para el Pad Thai, así que sabe de lo que habla. La diferencia, según ella, era el nivel de dulzor. Acá lograron el equilibrio preciso, ni desabrido ni hostigoso, sencillamente perfecto. En el caso del Kahi Pad Saparod, la combinación se sabores de por si potente, se vuelve adictiva cuando el tenedor raspa la piña y ese jugo y trozos amarillos se combinan con la carne, el arroz y los camarones. "¿Postre?", preguntó el amable mesero. Mano en el estómago en ambos lados de la mesa y un sincero y misericordioso "No, muchas gracias" de nuestra parte. "El postre va por cuenta de la casa". Mano de vuelta a los cubiertos en ambas partes de la mesa, ojos de felicidad máxima y un sincero y excitado "Entonces sí, amigo". A los pocos minutos llega un plato aún más preciosista que los anteriores con un Creme Thai (crema de coco con costra de caramelo, acompañado de una salsa de frutos rojos) y un helado thai. Ambas preparaciones unidas por un puente hecho de finas tiras de caramelo.

No sólo volvería a ir, gustoso me hago residente de este callejón. Un callejón -por suerte para mi- sin salida.